Estas son las noticias y cuestiones que más han llamado mi atención esta semana en el mundillo de la literatura fantástica:
Nova, la histórica colección de ciencia ficción, ha anunciado que en 2015 publicará la versión actualizada de un libro que en su momento tuvo una gran influencia: la Ciencia Ficción: Guía de Lectura de Miquel Barceló. La primera edición fue publicada en 1990 y se lleva oyendo hablar de esta actualización desde… que sé yo… desde siempre. Parece que esta vez es la buena. Os recomiendo la lectura de este artículo de George Kaplan en Literatura en los Talones, en el que habla de la proliferación de listas de “mejores novelas de la ciencia ficción” y explica un poco el contexto de la guía de Barceló, entre otros libros similares. Tengo muchísimas ganas de que aparezca la nueva y de que empiecen las discusiones, las listas alternativas, las críticas, etc, etc. Al fin y al cabo esa es la gracia de este tipo de libros.
Cada vez me gusta más Sportula, el proyecto editorial de Rodolfo Martínez. Ya os hablé, en la entrada anterior, de los libros de Santiago García Albás que ha publicado últimamente, pero en su catálogo abundan otros libros que, o me han entusiasmado (véase mi reseña, a título de ejemplo, de Danza de Tinieblas) o espero que me entusiasmen en un futuro próximo. No olvidemos, tampoco, que en buena parte fue gracias a Sportula que nació el proyecto Terra Nova, que a punto está ya de entrar en su tercera entrega. Bueno, al grano. Lo que quería destacar es que acaba de publicar el volumen Los Premios Ignotus: 1991-2000, que recoge, entre otras cosas, los relatos galardonados durante la primera década del premio. El libro incluye mucho más igualmente interesante (o más). Os invito a leer el análisis de Sergio en El Rincón de Koreander. De este libro podéis esperar reseña en un futuro cercano.
Odo se hace eco, en Sense of Wonder, de la publicación en castellano de Los Viajeros de la Noche, de Helene Wecker en Tusquets. La edición original de este libro (“The Golem and the Djinni”) ha estado nominado en la categoría de mejor novela al premio Nébula de 2014 (competía contra Ancillary Justice, lo cual es mala suerte) y al premio James Tiptree Jr del mismo año, y ganó el Mythopoietic Award. El libro, una fantasía urbana que combina elementos de la mitología árabe y de la cultura popular judía, me llama la atención moderadamente, pero soy de los que celebran cualquier paso que acerque la literatura de género a los sellos más generalistas. Lo hizo Alfaguara recientemente (y con gran éxito según mi parecer) con el Iris de Edmundo Paz Soldán y parece que ahora le toca a Tusquets, una editorial que siempre me ha hecho disfrutar. ¡Seguro que vale la pena echarle un vistazo!
Este ha sido el verano en el que he descubierto al Doctor Who. Después de un intento infructuoso hace un par de años, esta vez he entrado en la dinámica de la serie. Es una serie de fantaciencia maravillosa con momentos sublimes y una consistencia interna ABSOLUTAMENTE INEXISTENTE. Uno es como es, y cuando le gusta una cosa le gusta mucho y tiende a fijarse en los elementos relacionados. En este caso, las novelizaciones. Marc Muñoz, un experto en el Doctor Who con un conocimiento enciclopédico al que tuve el placer de oír hablar hace un par de meses en una charla sobre tema, ha organizado en Gigamesh nada más y nada menos que un club de lectura de novelizaciones del Doctor Who. Ciertamente, soy un poco escéptico al respecto… pero no dejaré de prestarle atención, aunque no creo que me dé tiempo a leer las novelitas… El club se reunirá el segundo martes de cada mes, de septiembre a diciembre, a las 18.30h, en Gigamesh, pero además Muñoz sacará un podcast dedicado a cada uno de los encuentros. Ya podéis escuchar el primero (es cortito, no como los de los VerdHugos).
Y para terminar, aunque no tiene relación directa con el género, me ha llamado mucho la atención la que se ha liado en la blogosfera de la literatura juvenil con el artículo que Ana Garralón le ha dedicado al fenómeno de los booktubers. Podéis leer el artículo aquí y una respuesta que me parece acertada, de Begoña Oro, aquí. Me ha llamado la atención porque me ha recordado una discusión recurrente comparando las reseñas (o críticas de aficionados) en los blogs (tal que en el mío) con los análisis de la teoría literaria. No sé, creo que son fenómenos que responden a inquietudes diferentes y tratan de comunicar reacciones diferentes ante un texto (la novela, mayormente). Las motivaciones son infinitas, claro, y personales. Al final, si uno reseña en su propio blog lo hace por él mismo, no por el mundo ni para expandir las fronteras de la literatura. Y cada vez que a alguien le gusta algo que escribes y te dice “¡Buena reseña!” es un motivo de satisfacción, por supuesto —Mucho más que cuando te dicen “¡No tienes ni puta idea de lo que estás diciendo!”, que también pasa, porque a uno le gusta pensar que tiene criterio —a pesar de ser consciente de que el criterio evoluciona y se forma, y que a veces renegaríamos de lo que escribimos—. Total: ¿porqué meterse con los booktubers? De verdad que si mi hija, en plena adolescencia, tiene como hobby hacer un programa online para hablar de libros, aunque sea superficial, aunque sea de libros poco originales y meritorios, me va a parecer UN TRIUNFO. Puede aprender, ella y los presuntos pringados que la sigan, que leer y hablar de libros es divertido. No veo problema.
Y con esta nota un poco caótica y la voluntad de sobrevivir a la última entrega de Southern Reach, me despido hasta el próximo boletín.